En 2004 adquiero una nave de 400m2 en dos plantas, situada en el Polígono industrial de Valdefuentes en Arroyo Molinos (Madrid), cumpliendo así uno de mis sueños: expandir mi negocio de construcción hasta un espacio físico, un establecimiento comercial que permitiese la visita de clientes tanto para adquirir materiales como para ver en exposición muchos de los servicios que podíamos realizar. Aquella aventura se llamó ARRCER, S.L.
La obra se hizo de forma escalonada estando la nave en funcionamiento desde el primer día. Se contrató un proyecto que se siguió a rajatabla. El tiempo fue mayor de lo normal porque, como se suele decir, “en casa de herrero, cuchillo de palo”. En esta ocasión, en vez de correr, nos lo tomamos con calma.
Se aplicó en las paredes microcemento, que entonces era una técnica sumamente novedosa. Toda la decoración era vendible, es decir, adaptable a múltiples posibles reformas. Esto incluía absolutamente todos los detalles de cristales, de solado, de madera o de puertas; era una exposición pura y dura.